¿QUÉ ES LA REFLEXOLOGÍA?
La Reflexología es una terapia natural que estimula al organismo para que éste realice su propio proceso de curación. Lo hace a través de la estimulación manual de zonas reflejas en los pies y de las manos que representan al cuerpo y a la persona en su totalidad.
Puede aplicarse como complemento de cualquier otra terapéutica que el paciente esté recibiendo por lo que no reemplaza al cuidado médico o psicológico. Por otra parte, no es necesario estar enfermo para beneficiarse con un tratamiento reflexológico, puede recurrirse a él como un modo de prevención en salud.
El cuerpo en los pies.
Los dos pies conforman una unidad y juntos reflejan a la persona entera. Cada órgano tiene su correspondiente zona refleja. Estas se superponen de la misma manera que lo hacen los órganos en el cuerpo. Los que se alojan en la mitad derecha del mismo se reflejan en el pie derecho y los de la mitad izquierda, en el izquierdo. Los que existen por pares, se encuentran en los dos. Del mismo modo que hay variaciones mínimas en la ubicación de los órganos en una persona, también las hay en la ubicación de las áreas reflejas de los pies.
Indicaciones.
Nuestra experiencia clínica ha demostrado que, como consecuencia de los tratamientos de reflexología, determinados tipos de desequilibrios tienden a resolverse con más frecuencia que otros.
Esta terapia ha evidenciado más efectividad en:
Tensiones musculares generales y localizadas.
Desequilibrios de huesos y articulaciones.
Desequilibrios funcionales de los sistemas nervioso, circulatorio y digestivo.
Desequilibrios emocionales y del estado del ánimo.
Dolor focalizado o generalizado.
Ampliación de la percepción sobre el sí mismo, los otros y el medio ambiente.
Promoción de cambios profundos a todo nivel en la persona: de sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas en general.
ALGUNOS PRINCIPIOS BÁSICOS REFERIDOS
AL DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
La lectura de los pies.
Es un instrumento del que se vale el reflexólogo para efectuar un perfil de la persona que consulta y organizar, de este modo, un tratamiento personalizado.
El pie se expresa a través del estado de su piel, tejidos, articulaciones, temperatura, olor, tono muscular, forma, dolor y consistencia. Esta forma de diagnosis puede ser un aporte que oriente acerca de zonas en el cuerpo a las que sería conveniente prestar una especial atención o cuidado.
Como los reflejos se superponen, es imposible determinar patologías específicas, pero sí pueden detectarse áreas en desequilibrio.
Las sesiones.
Mientras el reflexólogo está efectuando su labor, el paciente permanece acostado en una camilla recibiendo el estímulo. Es importante que éste manifieste claramente si el toque en algunas áreas le resulta doloroso o molesto en exceso. Es posible que los estímulos provoquen un dolor casi placentero pues producen alivio a una zona congestionada.
Al finalizar la sesión el paciente permanece descansando unos minutos para luego levantarse con cuidado de no realizar movimientos bruscos. Las sesiones tienen una duración que puede oscilar entre cuarenta y cincuenta minutos. El tiempo máximo que se recomienda para el estímulo reflexológico en cada pie es de veinte minutos dependiendo de la sensibilidad del paciente y de su evolución. El resto del tiempo se emplea para realizar un intercambio respecto de las reacciones y sensaciones que pueda haber experimentado la persona entre una sesión y otra, para observar si se han producido cambios en los pies o para la aplicación de técnicas verbales en general.
La frecuencia ideal es de dos sesiones por semana, siendo la mínima requerida una vez por semana ya que una continuidad menor no es aconsejable, al menos al principio del tratamiento.
La aparición de cambios durante el proceso terapéutico no se puede establecer con anticipación, pero en general se obtienen resultados en un corto lapso. Por supuesto, éstos dependen de la respuesta del paciente, del grado de cronicidad o agudeza de la condición que presente y de la capacidad e idoneidad del terapeuta.
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