Y de pronto, como de la nada, se prende en nuestro interior una señal de alerta y nos invade un desasosiego que no podemos explicar, algo que nos produce una fuerte suspicacia, que nos disgusta, nos enoja y, al mismo tiempo nos provoca miedo. Miedo a perder lo que amamos o deseamos, a ser abandonadas, a ser traicionadas.
A lo que nos ocupa de ese modo podemos darle el nombre de celos, una emoción compleja y desagradable, una respuesta que nos alerta de que una relación que queremos mantener está siendo amenazada, un sentimiento que constituye uno de los factores causales de la violencia de género.
Como todas las emociones, los celos incluyen cuerpo y mente, junto con el contexto social y cultural, pues es en el seno de la sociedad y la cultura que se generan las creencias, juicios, principios y valores morales que los sostienen. La intensidad de la respuesta de celos, las emociones con las que se asocian, las circunstancias que los provocan y las conductas asociadas a los mismos, son específicos del grupo social en el que tienen lugar y varían en las diversas culturas.
Tres emociones básicas se entraman en esta emoción tan negativa: amor, enojo y miedo. Amor basado en la posesión. Enojo, sustentado por la sensación de un probable abandono. Miedo de que la relación finalice, de quedar sola, de ser abandonada.
Si queremos participar de una relación saludable, necesitamos sostenerla con un amor basado en la confianza y el respeto. Cuando surgen los celos, estas columnas comienzan a resquebrajarse, pues las conductas que despiertan pueden resultar asfixiantes y altamente nocivas para la pareja. Por celos, los hombres son capaces de llegar hasta el extremo del feminicidio mientras que las mujeres, en su escalada de violencia, son más proclives a ejercerla contra aquellas cosas que ellos valoran, por ejemplo, rayar su automóvil o echar café en su nueva Mac.
Si experimentamos celos, conviene que evaluemos con realismo si la estabilidad de la relación está realmente amenazada o si la percibimos inestable por nuestras propias inseguridades.
Puede darse también el caso de falta de confianza cuando la pareja ya ha dado muestras de infidelidad, o percibimos su conducta como de seducción hacia otras mujeres o, también, porque sentimos que el vínculo es inseguro por estar lejos uno del otro física o afectivamente.
En muchos casos, las personas celosas esconden sus propios deseos de ser infieles y los proyectan en el otro, mientras que aquellas que habitualmente no lo son, pueden tomar la aparición de este sentimiento como una señal de su intuición que podría, sabiamente, estar advirtiéndoles acerca de algún peligro.
Sea cual fuere el caso, necesitamos salir de ese círculo de alguna manera, pues nada bueno puede pasarnos si dejamos que esas horribles sensaciones se tornen crónicas.
Para evaluar:
- Si somos celosas como característica de personalidad y es algo que nos pasa en todas las relaciones, puede estar relacionado con nuestra inseguridad y baja autoestima.
- Si somos celosas sólo en ocasiones, es probable que tengamos una buena intuición o que en esa relación haya algún factor que nos hace sentir inseguras.
- Si somos celosas con razones fundadas y probadas, yo no lo llamaría celos sino enojo por haber sido traicionadas.
Algunas estrategias pueden ayudar a neutralizar los celos
- Comuniquemos a nuestra pareja lo que sentimos, señalándole cuáles conductas nos despiertan esta emoción.
- Ahondemos en tema todo lo que sea necesario para poder cotejar nuestra percepción (que puede ser errónea) con la realidad. Teniendo en cuenta que las emociones son fenómenos que se experimentan en el cuerpo pero se sostienen por ideas, y está probado que si estas cambian el sentimiento se desactiva.
- Aboquémonos a fortalecer el diálogo, la confianza y el contacto amoroso.
- Propongámonos desarrollar la autoconfianza y autoestima positiva.
- Si la situación nos supera no dudemos en pedir ayuda especializada.
- Puede que haya un motivo real para que nos sintamos de esta manera por lo que si descubrimos que es así, intentemos asumir con entereza la realidad y actuar en consecuencia de acuerdo a nuestros valores.
Lic. Alicia López Blanco
Psicóloga Clínica y Escritora